Julian Assange ha sido detenido y luego liberado. ¿Cuál fue su delito?:
Filtración de documentos diplomáticos de los Estados Unidos en su sitio
web denominado WikiLeaks. Durante varias semanas, este periodista
informático ha sido el personaje más buscado por la CIA, el FBI y la Interpol.
Bueno, no era para menos, el peligro que representa este informador de inofensivo
aspecto ha superado, con larga ventaja, al del mismo Bin Laden. Ante el control
informativo que EEUU trata de imponer en el mundo, la aparición de esta
especie de Robin Hood del siglo XXI, que roba información secreta de los ricos para
hacerla legar a los pobres, ha sido una bocanada de esperanza hacia
una sociedad más libre, más comprometida y mejor informada. Según
muchos, por unos
días el periodismo ha vuelto a ser ese cuarto poder que fue en tiempos
gloriosos.
Lo cierto es que el 3 de diciembre de 2010 se declaró la Primera
Ciberguerra Mundial desde
una cuenta de Twitter. "El campo de batalla es Wikileaks. Ustedes son
las tropas". Ya se estaban empleando términos de guerra, pues
entonces se puede decir que el comando de campaña se reunió en 4chan, una especie de
foro de hackers y aspirantes a - o admiradores de - hackers, pero estos
eran especialistas
en crear fenómenos de Internet, de preferencia sórdidos y muy extravagantes.
A muchos de nosotros nos impresionó un nuevo mundo subrepticio y de
penumbra que tenía Internet. Un mundo en el que, casi todo el planeta,
fui testigo de la nueva manera de redes sociales, sin compromisos, sin
usuarios conocidos, sin dejar tu email, sin inscripciones, sin
restricciones y completamente anónimo.
Pues, en esta seguidilla de semántica de guerra, el comando de campaña es un grupo llamado
justamente "Anonymous". nombre tomado de
los clásicos y despercudidos comentaristas anónimos que pululan en la red y
son hegemónicos en 4chan que, en el sentido estricto de la palabra, es cualquier cosa menos
una organización: no tiene líderes visibles ni jerarquías ni, por
supuesto, nombres. Inclusive algunos especialistas los han llamado "la primera conciencia
colectiva de Internet", como si fuera una colmena. Otros especialistas
en el tema tratan de explicar su
comportamiento como el de una bandada de aves: saben que son un grupo
porque simplemente vuelan en la misma dirección y, además, cualquiera se
les puede unir sin mayor trámite y condiciones.
Y eso es justo lo que pasó a inicios de este mes de diciembre: llamaron a que todos nos unamos,
a que todos seamos Anonymous. Es decir, en buen romance: ¡Llamaron a las armas!.
Resulta que
Anonymous tiene experiencia en el ciberactivismo, aunque sus causas
vayan desde desenmascarar a la
Cientología, la religión de las
celebridades hollywoodenses, hasta mandar a Justin Bieber a Corea del
Norte. En las últimas semanas, habían organizado "Operation: Payback"
para vengar a lo que la industria del entretenimiento llama "sitios de
piratería": se trataba de ataques DDoS contra los equivalentes
internacionales de Apdayc, para decirlo en términos nacionales. Pero,
¿qué es un ataque DDoS?. Es un ataque distribuido de denegación de servicio, básicamente consiste en
colapsar los servidores de una web saturando su ancho de banda o
sobrecargando artificialmente sus recursos. Este es un ataque
relativamente fácil, no implica infectar a nadie con virus, ni con
gusanos o troyanos y cualquier
persona con un mínimo de curiosidad puede convertir a su computadora en parte de
este ejército de ataque DDoS.
Cinco días después de declararse la Ciberguerra, el 8 de diciembre de 2010, Operation Payback se unió a la causa
Wikileaks. Como recordarán, esta web periodística, el 3 de diciembre, había sido objeto de
ataques DDoS desde el inicio del Cablegate, además de ser víctima de un
corralito legal y financiero. Entonces Anonymous decidió vengar a Wikileaks y
convocó a sus tropas, oséa todo aquel que quisiera unirse alrededor
del mundo y, en la práctica, se tumbaron las páginas de Mastercard, Visa, EveryDNS,
Paypal, la fiscalía sueca, los abogados que defienden a las denunciantes
de Assange y otras víctimas colaterales. Los tropas de Anonymous
colapsaron los servidores de estas organizaciones. Mastercard y Visa fueron los
blancos favoritos porque, presionados políticamente, cortaron las vías
de financiamiento de Wikileaks (organización sin fines de lucro que
recibe donaciones vía estas empresas de pago).
Los primeros reportes de la zona de batalla eran espectaculares, la embestida fue mundial.
Inclusive en en Perú, el tuitero @kno_z transmitió por
video, durante varias horas, instrucciones precisas para que todos los
simpatizantes locales de Wikileaks pudieran ser parte de los ataques, es
decir, enrolarse a las tropas de Anonymous.
Al día siguiente, Wikileaks filtró un conveniente cable: el gobierno
norteamericano presionó al ruso para que diera marcha atrás en unas
medidas que les costarían 4 mil millones de dólares a Visa y Mastercard.
Esto coincidió con un cambio en la
estrategia de los "Anons", quienes admitieron que, en el mejor de los
casos, sólo le habían dejado un ojo morado al enemigo, de hecho, no
pudieron tumbarse a Amazon, uno de sus objetivos. Ahora el operativo se
llama Leakspin y consiste en una guerra informativa de verdad: publicar
los cables más importantes y menos expuestos, reseñarlos, enlazar las
fuentes originales en blogs y foros, grabar videos leyéndolos en YouTube, usando etiquetas engañosas como Justin Bieber, etc.
Por lo pronto, el peruano Gustavo Beathyate ha creado
wikileaks.pe, un "mirror"
o copia espejo del sitio original, que se va actualizando conforme
Wikileaks sigue publicando los cables, claro que recién van 1,300 de los 251 mil
tienen en su poder. Paralelamente, se acaba de lanzar
Openleaks, un sitio
similar a Wikileaks.
La semana pasada los medios internacionales publicaron que autoridades holandesas habían
arrestado a un adolescente de 16 años, "responsable de hackear la web de
Mastercard". Lo cierto es que seguramente el chibolo participó en los
ataques, pero fue uno más de miles que se unieron a las tropas de Anonymous
y a la causa; no controló debidamente los filtros y detectaron su IP, lo
demás es historia. Pero, llamarlo hacker es una estúpida exageración.
Aquí en Perú también tenemos lo nuestro, este es el mundo en el que
nuestro Tribunal Constitucional quiso impedir la publicación de audios. Jamás
hubiesen prohibido su difusión en la red. Este es el mundo en el que
Telefónica intentó cambiar los términos de contrato de Speedy y la
reacción en las redes peruanas fue de tal magnitud que Osiptel tuvo que detener a la empresa. La
ciberguerra alrededor de Wikileaks sólo está haciendo más evidente que
nunca que el mundo ha cambiado radicalmente gracias a la red. Internet,
como dicen en 4chan, es cosa seria.
Muy buena parte de la complejidad del fenómeno Anonymous tiene que ver
con su ausencia de representación y, por tanto, de liderazgo o concentración de fuerzas. De
hecho, hay toda una movida dentro de 4chan, proveniente de gente que
dice ser veterana del imageboard, contra los
activistas pro Wikileaks. Así como no todos los Anonymous son hackers,
no todos los asiduos a 4chan son Anonymous también. Bueno, para todos los
preguntones que creen que 4chan es tabú y un secreto que los hace parte
de un exclusivo club clandestino, veamos un video del iniciador de este
sórdido sitio y su explicación de cómo funciona 4chan.
Ver video aquí.
¿Quienes son los responsables de los ataques de Anonymous?: ...
Fuenteovejuna cibernético señor...
¿Son hackers?
En principio no. Los hackers son personas apasionadas por la seguridad
informática, por la programación, por el diseño de aplicaciones, por las
entrañas de Internet… Puede que entre los miembros más activos de
Anonymous se encuentren algunos hackers, pero el sistema utilizado para
bloquear las páginas web requiere la colaboración de multitud de
individuos, miles o incluso millones de internautas convencionales
unidos por una misma causa. El sistema empleado por Anonymous es el
ataque de denegación de servicios (DDoS), que consiste en provocar un
aumento del tráfico de una página web para provocar su saturación y
hacerla inaccesible.
¿Son crackers?
No. Los crackers son hackers criminales (a menudo se les suele denominar
simplemente hackers, algo que ofende a los hackers no delincuentes). Los
ataques de denegación de servicio no son algo ilegal, tan sólo son
muchas personas tratando de acceder a una web al mismo tiempo. "Es una
forma de manifestación diferente a lo que estamos acostumbrados. Además,
no es delito, no se utilizan códigos maliciosos ni es hackeo. Tan sólo
consiste en que mucha gente intente acceder al mismo tiempo a un sitio web. Es algo lícito", explicaba Emilio Castellote, experto en
seguridad de PandaLabs al periódico español 20minutos.es.
¿Son colaboradores de Julian Assange?
No. En un manifiesto, el grupo Anonymous afirma no tener ninguna
relación con el sitio web ni su autor, pero le apoyan porque ambos
defienden los mismos principios: la transparencia y la anticensura.
"Aunque no estamos afiliados con Wikileaks, luchamos por las mismas
razones. Queremos transparencia y atacamos la censura. No podemos
permitir que esto pase", explicaba el grupo.
¿Son ciberactivistas?
Tampoco. "Estamos en todas partes. somos todos. Somos Anonymous (anónimos)",
decía uno de los miembros en una entrevista concedida a The Economist.
¿Es acaso un nuevo Fuente Ovejuna cibernético?. Los responsables de los ataques son miles de internautas anónimos de
todo el mundo unidos por una misma causa, personas que creen en la
necesidad de la existencia de Wikileaks y que se han unido bajo la
bandera de Anonymous para hacer fuerza. Su campo de batalla y sus armas
son la misma cosa: Internet. Los foros, los chats, Facebook o Twitter
son los medios que les sirven para coordinarse y una sencilla aplicación
gratuita es la que amplifica su poder.
¿Son hacktivistas?
En este punto es donde comienzan las dudas, donde se inicia el debate.
El hacktivismo es la protesta activa realizada mediante herramientas
digitales para defender una idología u opinión determinada. Entonces,
como diría uno de nuestros suscriptores, la pregunta cae de madura: ¿el uso de
la aplicación de Anonymous no convierte entonces a los ciberactivistas
en hacktivistas? Serían usuarios de Internet convencionales haciendo uso
de herramientas de hacker.
Ligeras conclusiones
Bueno, recurramos a los especialistas, según Juan Santana, de Panda Security, lo que está claro es que no
estamos ante ningún delito: "En este tipo de acciones, a diferencia de
aquellas iniciadas por ciberdelincuentes, no se busca ningún beneficio
más que la de reivindicar unos derechos que consideran lícitos y dar a
conocer una posición o protestar por lo que se considera injusto. En
este sentido, es importante distinguir entre unos ataques y otros".
Sin embargo, Santana admite que "los medios usados no siempre están
permitidos por la legislación de los distintos países, pero sí está
claro que la legislación en este ámbito, como en muchos otros, va por
detrás de la realidad y se hace necesario una revisión profunda de los
derechos y obligaciones de los usuarios en un mundo que va mucho más
deprisa de lo que las instituciones legislativas pueden seguir y de lo
que algunas empresas querrían".
El hacktivismo puede ser "una forma políticamente constructiva de
desobediencia civil anarquista o un gesto anti-sistema indefinido" según
quién utilice el término. De hecho, la postura crítica contra este
movimiento considera que los ataques DDoS son un ataque a la libertad de
expresión, que tiene consecuencias indeseadas como la pérdida de
recursos y que, al final, no sirve para conseguir nada.
Lo cierto es que la mayoría de la legislación latinoamericana, incluida la peruana,
no tipifica como delito informático al DDoS, por lo que todos los
potenciales "anonymous" son bienvenidos.
De todas formas, existen en la red muchas protecciones como: TOR o HOT SPOT, para
salvaguardar tu IP. Los
altos ideales y el mayor de los bienes para asegurar una democracia
real: la libertad de expresión, de información, y la previa de
investigación y búsqueda de la verdad; son razones más que suficientes
para justificar con creces las últimas acciones de anonymous.
Se puede aceptar el término "cyberactivismo" como adecuados para expresar la
posición de muchos que ahora son una legión, ellos rechazan el término "Hacktivismo",
pues la mayoría no son Hackers. Hace algunos días, por algunas horas,
se "bajaron" nuevamente la web de mastercard, fue blanco por varias
horas, el objetivo es que adopte una posición similar a la
de Paypal, liberar los recursos de Wikileaks otorgada por donaciones
también anónimas de todo el mundo.
¿Cortinas de humo cibernética?
La difamación se convierte ahora en el último cartucho que han hecho
estallar los poderosos para acabar con el mito de esta
nueva versión informática del bosque de Sherwood. La difamación sirve
para sembrar la duda, crear confusión y, en este caso, desvirtuar la
labor de un profesional honesto. La difamación viene ahora de la mano de
un cómplice, el Gobierno sueco, donde se ha montado una trama de delitos
sexuales con los que poder perseguir a Assange allá donde se encuentre.
La maniobra de difamar no es nueva, se viene practicando desde que el
mundo es mundo.
Causa estupor, especialmente para todos los profesionales de la
información, que ningún organismo en defensa de la libertad de
expresión, ni nacional ni internacional, se haya rasgado las vestiduras
en defensa de Julian Assange. Ni la Federación Internacional de
Periodistas, ni la conocida como Intercambio Internacional por la
Libertad de Expresión, ni la Asociación de Periodistas Europeos, ni tan
siquiera la Federación Australiana de profesionales de la información,
lugar de procedencia de Julián Assange, ha dicho hasta el momento esta boca es
mía en defensa de un compañero que ha sacrificado su libertad (y
posiblemente haya puesto en peligro su vida) en defensa del derecho a la
información que tenemos todos los habitantes del planeta.
A Julian Assange, contar la verdad lo ha hecho preso. Esto no es inusual
en el mundo del periodismo. Lo que resulta inaceptable es que nadie en
el mundo de las instituciones, asociaciones y organismos representativos
de la profesión periodística internacional haya alzado aún su voz en
defensa de este hombre, gracias al cual la maltratada profesión de
informador vuelve a recuperar parte de su dignidad perdida. ¿Dejaremos
los periodistas a Julian Assange solo ante el peligro?
A manera de epílogo
Bueno pues, lo que estamos presenciando en estos momentos, es la primera
guerra cibernética de la historia de la humanidad, que se produce en un entorno virtual pero que
tiene victimas muy reales. Desde hace años los gobiernos de los países
más desarrollados tienen claro que las guerras del futuro no se
desarrollarán en el mundo offline. Si
revisáramos los conflictos bélicos del siglo XX y los que hemos vivido
esta primera década del siglo XXI, veremos que el
concepto de “guerra” a cambiado de manera dramática en estos últimos cien años. Lo
único que se sí no ha cambiado, es que la población civil es la que
se lleva la peor parte.
Ya en la primera guerra contra Irak, la famosa Guerra del Golfo, el
bando aliado utilizó la tecnología de punta -para aquella época- para inhabilitar los
dispositivos electrónicos del ejercito iraquí y se presentaron los
primeros cazas y cazabombarderos virtualmente invisibles a los radares
convencionales que permitían adentrarse en las líneas enemigas sin ser
detectados y eliminar, de manera literalmente quirúrgica, los objetivos enemigos.
Durante la segunda guerra de Irak estos sistemas habían evolucionado
considerablemente y permitieron a los ejércitos invasores conquistar
Irak en pocos días. Los gobiernos que participaron en esta guerra ilegal
corrieron para explicar a la opinión pública el éxito de su conquista y
el número tan bajo de bajas en combate que habían tenido. Pero esto es
solo el principio de la nueva concepción del termino Guerra Tecnológica
que se ha estado gestando en la última década.
Paralelamente a estos hechos, Internet fue creciendo en número de
usuarios e infraestructura tecnológica hasta convertirse en la red
neuronal que es ahora. Y evidentemente, los gobiernos saben
perfectamente que hay nuevos talones de Aquiles y que están por un lado en la
protección de los datos que circulan por Internet y de cómo mantener
operativos y a salvo de ataques aquellos servidores gubernamentales y de
empresas claves que se encuentran conectados a esta red. Y por otro lado,
estos mismos gobiernos lo tiene clarísimo que Internet está fuera de su
control directo y que es un gran espacio en el que las personas
-cualquier persona- pueden
expresar sus ideas y sus opiniones de forma libre y denunciar todas
aquellas malas prácticas y actividades delictivas que realizan tanto las personas
naturales o jurídicas, como los
gobiernos; cosa que como estamos viendo, les ha producido una
escaldadura mental sin precedentes.
Ahora, algo de dominio público: hace unos meses, varias empresas y organismos gubernamentales
estadounidenses sufrieron ataques de denegación de servicio que
provocaron que dejaran de estar disponibles en Internet. Pues WikiLeaks ha
destapado que detrás de estos ataques está China y esto explicaría, en
parte, porque los EEUU están últimamente realizando tantas maniobras
conjuntas con Corea del Sur. Las tensiones con Corea del Norte son la
excusa perfecta para hacer una demostración de fuerza en toda la zona y
recordarles a todos quién sigue siendo la primera potencia
armamentística mundial y lo peligroso que puede llegar a ser el meterse
con estos tipos.
No quepa duda que algo está cambiando a raíz de estos últimos ataques que ha sufrido
EEUU. Pues lo que está sucediendo con WikiLeaks y las organizaciones que
la apoyan, no es sino la prueba piloto que se está llevando a cabo, como un anticipo de cómo se
combatirá en las próximas décadas. El mundo ya está notificado, los acontecimientos a los que estamos
asistiendo los últimos días son de manual básico de contrainsurgencia,
tips de grumete o consejos de soldado raso:
Poner en marcha toda la maquinaria política y diplomática para
garantizar y legalizar las acciones que se llevarán a cabo, minar la
moral del enemigo a través de la intoxicación de la opinión pública,
cortar las vías básicas de suministro coaccionando a las empresas de hosting, servidoras de dominio y bloqueo de todas las cuentas
financieras de WikiLeaks, persecución jurídica a nivel internacional de
los líderes de los grupos insurgentes, en este caso Julian Assange, y
probablemente empezarán a buscar, sino lo están haciendo ya, las mentes pensantes de la organización anonymous.
Pero, es realmente aquí donde empieza la primera ciberguerra de la historia?: ambos
bandos se están lanzado ataques de forma continuada de denegación de
servicio contra las webs que creen puedan causar mayor repercusión en la
opinión pública. El gobierno del
presidente Obama, a parte de las medidas que mencionamos
anteriormente, ataca sin descanso las webs que acogen la información que
antes tenía WikiLeaks.org y ahora también la web de Anonymous. A su vez,
esta organización está llevando a cabo ataques contra el banco suizo que
bloqueó las cuentas de Julian Assange y contra PAYPAL por el mismo
motivo.
Internet, por su propia naturaleza distribuida, hace que todos estos esfuerzos por
“eliminar” al enemigo no sean más que pequeños contratiempos que se
subsanan con la creación de cientos de sitios web idénticos al atacado y que
seguirán ofreciendo la misma información pero ahora con mayor
repercusión mediática que antes del ataque. lo cierto es que: "no hay nada que una más a un
grupo disgregado, que tener un enemigo común contra el que unirse y
luchar". En este caso, los gobiernos mal llamados democráticos que utilizan
la censura informativa para cubrir sus corruptelas, escándalos políticos y la
violación del derecho internacional para evadir la justicia.
Con este artículo buscamos una reflexión de nuestros suscriptores, una
invocación a la cultura ética, la reivindicación de un mundo libre, uno
verdadero, donde no solo sea posible hacer negocios, sino que sobre todo
sea posible conocer la verdad con justicia y equidad.
Dra. Janett Mostacero Llerena
Ms. Carlos Vargas Cárdenas
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